lunes, 15 de diciembre de 2014

El encargo de traducción: el flujo de trabajo (1 de 2)

Uno de los principales problemas con los que nos encontramos los traductores al comenzar nuestra vida profesional es el momento de enfrentarnos a lo que muchos llaman el «mercado real de la traducción», que no es solo marketing, tarifas y todos esos aspectos mil veces ya debatidos, sino algo que muchas veces se pasa por alto: un encargo real de traducción. Salimos de la universidad preparados para traducir, no cabe duda; pero la traducción profesional se asemeja más bien poco a lo practicado en el entorno académico, en que solo debíamos preocuparnos por traducir y entregar el texto que nos había encomendado el profesor de turno.

El proceso por el que trascurre un encargo de traducción es mucho más complejo que recibir, traducir, revisar y enviar. El flujo de trabajo atraviesa varias etapas; yo he distinguido diez, de los que, a continuación, detallaré las cinco primeras.

El flujo de trabajo en traducción

1. Recepción de la solicitud de servicio

Es evidente que todo encargo de traducción nace con una llamada o un correo electrónico del posible cliente. Cómo ha llegado a nosotros ese cliente es otro tema (aunque nunca viene mal averiguarlo, para saber qué canales de marketing debemos potenciar): el encargo de traducción comienza en el preciso instante en que leemos (o escuchamos) la solicitud de nuestros servicios por parte del posible cliente. En esa solicitud, es probable que se detalle el tipo de encargo que se desea (traducción, traducción jurada, interpretación, corrección...), la combinación lingüística y otros detalles (como el número de palabras), la temática de la traducción o el propio documento adjunto (o un fragmento de este), la fecha límite de entrega, etc. Cuando más conocimientos tenga el cliente del mercado de la traducción, más detalles facilitará: no es lo mismo el gestor de proyectos de una agencia —acostumbrado a solicitar servicios de traducción, por lo que sabe que proporcionar cierta información facilita el primer contacto con un traductor— que un particular que nunca antes ha contratado servicios de traducción. Si consideras que falta información fundamental para ofrecer tu propuesta, no dudes en solicitarla antes de comprometerte con una oferta en firme. Si el cliente se muestra reticente a facilitar ciertos datos por confidencialidad, siempre tienes la posibilidad de proponer una oferta aproximada, que podrá variar tras la obtención de esos detalles que te faltan. Así, no te comprometes con una propuesta en la que puedas salir perdiendo.

2. Envío de la oferta

Aunque el posible cliente se haya puesto en contacto contigo por teléfono y ya hayáis acordado los términos de la colaboración, es importante que la propuesta se la hagas llegar por correo electrónico: así habrá constancia por escrito de lo pactado. Esta fase consiste en enviarle al cliente todo lo necesario para que pueda evaluar tu oferta: un presupuesto detallado que incluya las condiciones del servicio, como fecha de entrega, forma de pago, etc. Si el cliente es una agencia de traducción, es probable que cuente con sus propias condiciones de colaboración con traductores. Yo nunca suelo preguntarlas en el primer contacto, sino una vez que mi propuesta ha sido aceptada. Sea en el momento que sea, si no estás de acuerdo con la política de la agencia de traducción, tienes todo el derecho de rebatirla y proponer unos términos que te convengan. Lo peor que te puede pasar es que no acepten tus condiciones y que no trabajéis juntos. Más se perdió en Cuba.

3. Recepción de la confirmación (o no)

Si el cliente acepta tu propuesta, se abre ante ti un mundo de arcoíris y unicornios. Pero no hay que olvidarse de los últimos flecos antes de empezar a traducir a lo loco. Pregúntale al cliente todas esas dudas que puedas tener antes de empezar. ¿Hay que seguir un glosario o un manual de estilo concretos? ¿A quién va dirigida la traducción? ¿Existen traducciones previas relacionadas? También es el momento de pactar esas condiciones en las que, en principio, traductor y cliente no estaban de acuerdo. No empieces a traducir hasta que esté todo cerrado. Si es posible, solicita una orden de compra o nota de pedido (en inglés, purchase order), para dejarlo todo atado y bien atado ante posibles discordancias.

Ahora bien, ¿y si el cliente no está de acuerdo con algunas de las condiciones de la oferta? Es el momento de negociar. Quizá si das ligeramente tu brazo a torcer en algunos aspectos ganes más de lo que podrías perder. Piensa en lo que te conviene y en lo que no. Seguro que llegáis a un acuerdo en el que ambos salgáis ganando. Si no, hay tantos clientes como peces en el mar.

4. Preparación previa a la traducción

Una vez recibidos los archivos y confirmadas las condiciones de trabajo, no podemos ponernos a traducir a lo loco. Es fundamental un proceso preparatorio que puede definirse en tres palabras: documentación, documentación y documentación. Bueno, y preparación de los archivos: transformación de PDF a un formato editable, creación de un proyecto en Trados, etc. Pero, sobre todo, sin documentación no hay traducción. Documentarse no es solo buscar glosarios especializados; es hacerse con textos paralelos, saber si se ha traducido algo para esa misma empresa o ese mismo producto, empaparse del estilo de las traducciones anteriores para mantener la coherencia. Ya, ya lo sé: es un trabajo poco agradecido, pero tiene su recompensa. Por ejemplo, una buena traducción. ¿Te parece poco?

5. Traducción

Sí, por fin, en el quinto paso, ha llegado el más deseado, el que más nos gusta a todos: traducir. Pero eso no implica que vayas a olvidarte de los pasos anteriores. Hay que seguir en contacto con el cliente por si te surge alguna duda en la traducción, que surgirá, dalo por hecho. En tal caso, es mejor apuntar todas las dudas que vayas teniendo y consultarlas con el cliente de golpe: así te ahorras ponerte en contacto con él varias veces, lo que ocasiona una importante pérdida de tiempo para ti y numerosas molestias para el cliente. Además, todos sabemos lo ocupados que están siempre clientes y gestores de proyectos; si podemos ahorrarles inconvenientes, estarán eternamente agradecidos. ¿Y lo cómodo que es para nosotros tener todas las dudas resueltas en un solo documento?

Hasta aquí los pasos previos a la traducción. En la próxima entrada, todo lo que va después, que no es poco.