lunes, 9 de septiembre de 2013

Compañerismo vs. competitividad: de la facultad a la vida real

Lo que más sorprende a muchos que no están involucrados en el mundo de la traducción es el buenrollismo del que hacemos gala los traductores e intérpretes entre compañeros de profesión: ayudarnos a progresar, apoyarnos en momentos difíciles, mandarnos trabajo entre nosotros, darnos consejos sobre determinadas cuestiones... Todo esto es parte de la vida de un traductor autónomo, ya que las relaciones entre compañeros del gremio son algo habitual. Sin embargo, esto es algo que muchos, fuera de la industria, no logran comprender: ¿son compañeros o son competencia? Es de entender que, desde otras profesiones menos colaborativas, miren este compañerismo con incredulidad: al fin y al cabo, el mundo se está volviendo cada vez más competitivo y, en algunos ámbitos, parece que para conseguir el éxito es imprescindible destruir a la competencia. Pero esto no sucede en la traducción. La inmensa mayoría de los traductores profesionales son colaborativos y están siempre dispuestos a ayudar a los colegas, muchos de los cuales se acaban convirtiendo en amigos. Es habitual que nos ayudemos entre nosotros en caso de que tengamos dudas de cualquier tipo sobre la profesión, que colaboremos en proyectos laborales o que, incluso, invirtamos parte de nuestro tiempo en ofrecer, de forma gratuita, consejos a los que están empezando. Sin embargo, hay algunos traductores que no piensan lo mismo: para ellos, el resto de traductores somos competencia.

Es fácil distinguir a los «traductores competencia» de los «traductores compañeros»: son aquellos que raramente se relacionarán con otros traductores (a menos que sean amigos que ya conocían de antes), no suelen acudir a congresos ni a sesiones formativas (suelen creer que ya lo saben todo, así qué, ¿qué pueden aprender de otro traductor cualquiera?), no forman parte de asociaciones de traductores, no participan en listas de correo o foros sobre la profesión (y, cuando lo hacen, es solo para levantar polémica o ser la voz discordante), no ofrecen su ayuda a traductores noveles y jamás harán nada que pueda redundar en beneficio de otros traductores que no sean ellos mismos. Además, son incapaces de alegrarse ante el éxito ajeno (y lo atribuirán al enchufe, a la suerte, a la prepotencia o a las malas artes) y de reconocer el fracaso propio (que se deberá a la mala suerte, a que les tienen manía o a que todo el mundo menos ellos no tiene ni idea).

Los que estáis empezando es probable que no hayáis tenido la oportunidad de conocer a traductores competencia, pero seguro que sí os suena la figura del «estudiante de traducción competencia». No sé vosotros, pero yo, durante mis años de universidad, conocí a magníficas personas que se convirtieron en grandes amistades, pero también a algunas de las mayores arpías que mis ojos han tenido la desgracia de ver. ¿Os suena? Gente que era capaz de poner zancadillas incluso a sus propios amigos para que estos suspendieran un examen, hasta el punto de ir a pedírselo a profesores, como si los aprobados se fueran a agotar. Cuyos peores enemigos eran, simplemente, aquellos que sacaban mejores notas que ellos. Que odiaban a aquellos a quienes les apasionaba lo que estudiaban. Que eran incapaces de ofrecer ayuda a nadie, ni siquiera a sus amigos, para que estos no hicieran un mejor examen que ellos. Que lo hacían todo a escondidas para evitar compartir sus escasos momentos de éxito con alguien. Gente a quien le corroía la envidia al observar el éxito ajeno. ¿Qué tipo de traductores creéis que serán ahora? Bueno, en caso de que lo sean, porque este tipo de personas nunca llega a nada en la vida, y mucho menos en una profesión como la traducción, en la que vivimos del compañerismo y la solidaridad. Pues bien, esos antiguos «estudiantes de traducción competencia» son ahora «traductores competencia»: son esos de quienes los demás traductores nos quejamos porque trabajan gratis o por cacahuetes; son esos que trabajan en negro; son esos que ofrecen servicios de baja calidad; son esos que se toman tus consejos como una muestra de prepotencia. En definitiva, son esos que devalúan la profesión de traductor, simplemente porque la profesión de traductor les importa un pimiento: solo buscan su propio beneficio y solo piensan en ellos mismos. Porque los demás traductores no somos compañeros: somos competencia.

Pero, por desgracia para ellos, no podrían estar más equivocados. ¿Hasta qué punto es competencia un traductor con distintas combinaciones lingüísticas y distintas especialidades? De cualquier modo, incluso en caso de que ambos puntos coincidieran, está claro que, para los buenos traductores, hay trabajo siempre, pues cada vez hay más mercado en traducción y no puede traducirlo todo una misma persona. Sin embargo, es probable que los «traductores competencia» sepan que su trabajo es de tan baja calidad que la única forma que tienen de competir en el mercado es intentar destruir a lo que ellos consideran su competencia. Que no os engañen: un buen traductor no tiene competencia porque va a tener trabajo siempre, claro está, si sabe buscarlo. Y la forma de encontrarlo no es fastidiar a compañeros de profesión, ni trabajar gratis, ni reventar el mercado.

Por eso, a los que estáis empezando os recomiendo que intentéis establecer relaciones con otros compañeros de profesión. Primero, porque aprenderéis muchísimo de todos aquellos que están dispuestos a ayudaros. No os creáis menos por pedir ayuda o porque os la ofrezcan: quien lo hace no es un prepotente que quiere restregaros su éxito, sino un buen compañero a quien le apasiona esta profesión. Creedme: los prepotentes de verdad, los malos de la película, no os ofrecerán ayuda, no vaya a ser que les quitéis trabajo. En muchos casos, incluso puede que vuestros compañeros os envíen encargos que ellos no puedan hacer porque estén muy ocupados o no sean expertos en esa especialidad. Y, finalmente, cuando ya tengáis mucha experiencia, podréis ser vosotros los que impartáis clases o deis conferencias, algo que ayudará, sin duda, a vuestro desarrollo profesional. ¿Qué somos los traductores sin contactos? Absolutamente nada. Pasad de los «traductores competencia» (o, si estáis en la universidad todavía, alejaos de los «estudiantes de traducción competencia», de verdad, son malas personas), empezad a conocer gente de este mundo, escuchad a los veteranos y compartid vuestra experiencia con los noveles. Y, a los que estáis en la universidad, aprovechadla para aprender, para hacer lo que os gusta, para empaparos al máximo de lo que os enseñan. No compitáis contra nadie, excepto contra vosotros mismos, por mejorar día tras día.

Para todos, me gustaría dejar unas preguntas para el debate. ¿Creéis que existe relación entre la actitud como estudiante y como traductor profesional? Y, lo que es más importante, ¿pensáis que la postura de un traductor para con sus colegas se puede ver reflejada, de algún modo, en su ética profesional y en la calidad de sus servicios?

16 comentarios:

  1. Es curioso lo de los estudiantes de traducción competencia, porque yo lo he sufrido, pero al revés.

    A mí me dijeron una vez que me esforzara menos en Interpretación, porque luego sacaba una nota bastante superior a la media de la clase y los demás quedaban en mal lugar. Tal cual. A cuadros me quedé.

    Gente que haya ido pisoteando a los demás no me encontré en la carrera, pero no me cabe duda de que existen, porque es algo intrínseco a todas las profesiones. Al ser humano, prácticamente.

    Yo estoy de acuerdo en que está bien ayudarse, porque como dices, trabajo hay para todos si uno sabe dónde buscar.

    Ahora bien, no creo que la postura respecto a los compañeros de profesión tenga nada que ver con la calidad de los servicios. Uno puede ser un camarada muy sociable y un patán traduciendo, o un tipo que no acuda a ningún evento pero sea un hacha, o sociable y bueno, o asocial y malo.

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    1. Gracias por tus comentarios, Javier. Es curioso que cada cual tiene sus propias experiencias tanto laborales como universitarias. Lo de que te esforzaras menos me ha dejado a cuadros a mí también y no lo había oído jamás. Supongo que los que te lo dijeron no dejaban de ser estudiantes de traducción competencia, porque básicamente lo que les jorobaba era que sacaras mejor nota que ellos, así de simple. Igual que ahora les jorobará que tú tengas trabajo y ellos no.

      Debe ser que mi promoción fue la promoción de las arpías, porque nunca jamás había visto tanta junta, y lo peor es que se reproducían. Había personas majas, se juntaban con las arpías y... ¡zasca! Se contagiaban. Y mira que yo venía de estudiar tres años de una ingeniería, que se suponen que son carreras competitivas a más no poder, pero el arpiísmo ni se acercaba. Menos mal que pude sobrevivir al apocalipsis arpía.

      Lo del compañerismo y la calidad de los servicios podría interpretarse de la siguiente manera: si una persona no tiene ningún tipo de principios éticos, ¿sí va a tener buena ética profesional? ¿Es compatible tener cero ética profesional con ofrecer un servicio de calidad? Si es de esos que revienta el mercado, ¿le confiarías un trabajo de traducción importante? En resumen, si es una persona en la que no puedes confiar desde el punto de vista personal, ¿confiarías en él o ella desde el punto de vista laboral? ¿No es más probable que esos que no revisan sus trabajos, no se documentan o dicen traducir una media de 6000 palabras al día sean los mismos con dudosos principios éticos? ¿No te daría más confianza que tu traducción la realizara alguien con una buena ética profesional?

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  2. Sara, enhorabuena por la entrada. :) La verdad es que hay mucho que decir sobre esto... Cierto es que los traductores somos competencia unos de otros pero eso no quiere decir que nos tratemos mal. Personalmente soy amiga del buenrollismo que critican algunos pero es que soy así, no por ninguna estrategia. Me gusta el buen rollo y si eso es de criticar pues aquí me tienen. Cada uno es como es sea traductor, médico o ingeniero y allá cada uno con su conciencia.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Elena. Mira, de hecho, has sacado un tema que no había pensado: el buenrollismo por estrategia. ¿Es posible que haya gente que se relacione con los demás solo por interés? No me cabe duda.

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  3. Buenas tardes, no soy española como podéis notar, así que os pido disculpas por mis fallos.

    Comprendo que buen rollo es un optimismo exacerbado como forma de ignorar los problemas / conflitos. Así que, cuando habláis de buenrollismo en la traducción, es respecto a los traductores competencia? Es que no consigo comprender esa parte del artigo. Muchísimas gracias, Isabel

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    1. Hola, Isabel. "Buen rollo" es, en general, buena actitud, un carácter amigable, no solo para ignorar los conflictos, sino ante la vida en general. Si en un entorno hay buen rollo, quiere decir que todo el mundo se lleva bien y que el ambiente es bueno en general. En este caso, el "buenrollismo" se refiere a que los traductores nos llevamos bien entre nosotros y que no nos consideramos competencia, sino compañeros. Claro está, menos los "traductores competencia", que no tienen buen rollo con el resto de traductores ;-) .

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  4. Hola, Sara:

    Excelente entrada. A mí, personalmente, ese "buenrollismo" es una de las cosas que más me gusta del gremio. El compañerismo y la voluntad para ayudar cuando nos encontramos en apuros es una cosa de las que no muchos otros trabajadores pueden alardear.

    Como todavía soy estudiante, no he tenido la ocasión de conocer a ese "traductor competencia" y tengo que admitir que en mi universidad tampoco hay mucha competencia entre los estudiantes y que siempre nos ayudamos los unos a los otros. Suena difícil de creer, pero es así. Más que competitividad diría que es pasotismo lo que tiene alguno.

    Está demostrado que esa competitividad que tienen muchos, ese deseo de ser el mejor, de no compartir sus conocimientos, etcétera no tienen ningún beneficio. Eso sí, estoy con Javi en eso de que no tiene nada que ver con la calidad de los servicios de un traductor.

    Saludos y hasta la próxima,

    Olatz Rodríguez

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    1. Hola, Olatz. Pues qué suerte que has tenido con tus compis de promoción. Lo curioso es que muchos de los pasotas también pueden ser "estudiantes competencia": pasan de todo, no se esfuerzan nada, se pasan las clases metidos en Facebook, pero aun así les joroba que los demás sean mejores que ellos. ¡Con lo fácil que sería esforzarse por algo que se supone que te gusta! Yo recuerdo gente en clase de Interpretación Consecutiva que no hacía ni el huevo, que jamás salía a intentar interpretar, que dejaban de tomar notas a mitad del discurso porque sí... y luego decían que suspendían porque la profesora les tenía manía y que los que tenían notaza eran los enchufados de la profe.

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  5. Enhorabuena por la entrada, Sara.

    Valga la redundancia, da buen rollo leer un artículo sobre buenrollismo. Yo aún no he empezado en el mundo de la traducción, pero es mi intención a corto-medio plazo, así que leer cosas como esta siempre animan. Ya he podido comprobar que es cierto lo que cuentas, que hay muchos traductores que se ayudan unos a otros y que participan activamente en foros y listas.

    De hecho, un día haciendo una traducción tuve una duda, la consulté en un grupo y me sorprendió gratamente la rapidez y la cantidad de respuestas. Así da gusto :)

    Un saludito,

    Cristina

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    1. Gracias por tu comentario, Cristina. ¡Si hay traductores majos y todo! A mí alguna vez me han pedido ayuda para alguna cosa o me han preguntado algo sobre la profesión y, cuando he respondido, me han mostrado su asombro ya que, según ellos, hay traductores que parece que no quieren dar consejos a nadie para que no les quiten el trabajo. Ahí te das cuenta de que hay de todo: traductores compañeros y traductores competencia.

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  6. El buenrollismo por estrategia es una opción más. Tú quieres conseguir algo y con mal rollo no lo consigues (depende de qué...). Lo que pasa es que al final todo sale... que cada uno sea como sea. :D

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  7. Muchas gracias por compartir esta entrada. Me ha hecho reflexionar mucho, y es que al final lo que prevalece son los valores que todos tenemos (o deberíamos tener).
    Es mucho mejor mantener nuestros principios y ser honestos que engañarnos a nosotros mismos pensando que lo sabemos todo y que no necesitamos de nadie más. El ser humano es un ser social, que necesita de los demás, y quien se lo niegue a sí mismo está perdiendo la oportunidad de todo lo que puede aprender gracias a sus compañeros de profesión.
    Considero muy importante elaborar una imagen colectiva del traductor, puesto que aún quedan muchos estereotipos por aclarar y muchas veces la mala/errónea imagen que puedan tener de nosotros viene de este tipo de personas que no se integran en una profesión que, además de ser bonita y hacernos sentirnos realizados, puede enseñarnos mucho sobre la vida.

    Un saludo

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  8. Muy buena entrada. Yo soy una traductora más a la que le sorprendió el gran compañerismo de esta profesión cuando aún era una pipiola recién salida de la universidad. En la carrera ya nos avisaban los profesores de la gran ayuda que suponía estar en contacto con compañeros del gremio y de lo muy solidarios que éramos. Nada más terminar mi formación, me uní a la lista de distribución de Traducción en Rediris y pude comprobarlo en persona.
    Deduzco que este gran compañerismo se debe a que la mayoría de traductores trabajamos en nuestra casa, alejados de compañeros de trabajo. Las listas, los foros y los blogs de traducción nos permiten sentirnos arropados por compañeros, ayudarlos y ser ayudados, crear una "oficina virtual de estupendos compañeros de trabajo", preparados para echarnos un cable en cualquier momento.
    Ahora bien, gente "trepa" en todas las profesiones y en todos los rincones. :-)

    Un saludo

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  9. ¡Excelente entrada, Sara!

    En mi facultad tampoco se nota mucho recelo en las clases aunque sí que me habían comentado que en algunas universidades hay estudiantes que desprecian a los demás por considerarlos competencia y que el trato con ellos podía llegar a ser horrible en ese aspecto.

    Creo que este buen rollo presente entre traductores se debe a que al no tener un colegio que regule nuestra profesión en cuanto a condiciones, derechos y demás, nosotros mismos sentimos la necesidad de agruparnos para luchar por aquello que consideramos justo para desempeñar nuestro trabajo.
    Es una realidad triste pero de momento eso es lo que podemos hacer.

    ¡Un saludo!

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  10. Yo porque no soy de pelearme, pero este artículo lo veo poco polémico. Todo el mundo está de acuerdo. Eso no puede ser. No me convence.

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  11. ¡Por fin tengo un poco de tiempo para comentar esta entrada! La verdad es que estoy de acuerdo con Darío, pensaba que sería un poco más polémica.

    En general, estoy de acuerdo con todo lo que has escrito. Creo que el campo de la traducción es uno de los más solidarios, ya que siempre hay gente dispuesta a ayudar de manera desinteresada. Sin embargo, tengo que añadir un poco de controversia a este tema. Aunque hay traductores dispuestos a echarte un cable en cualquier momento, también me he topado con algunos casos con el ego demasiado subido, que lo único que buscan es beneficiarse de ese buenrollismo para tener una buena imagen y ganarse una reputación como profesional.

    Es pensar un poco mal, lo reconozco. Nunca se me ha dado el caso directamente, pero hay gente que canta desde lejos. Yo, por lo general, suelo ser muy confiada con la gente que intenta ayudarme (aunque luego me lleve ¡un palo! :P).

    Aun así, te felicito por tu entrada, Sara. Es un tema muy interesante y delicado a la vez.

    Un abrazo. :)

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