sábado, 3 de agosto de 2013

Los 20 errores más comunes entre traductores principiantes (parte 2 de 2)

¿Os gustó la entrada anterior? Pues aquí van los errores del 11 al 20, pero no por ello menos importantes. ¡Tampoco cometáis estos!

11. Trabajar gratis.

Como algunos comentabais en la entrada anterior, puede parecer de sentido común, pero no lo es tanto. Conozco de primera mano a «traductores» (o, mejor dicho, a licenciados en Traducción e Interpretación) que están trabajando gratis y no precisamente para entidades benéficas, sino para empresas que se lucran con su trabajo. Todo por una simple carta de recomendación. Ni un solo céntimo reciben a cambio. Ni que decir tiene que esto no tiene ni una mínima consecuencia positiva para vosotros. Ni desde el punto de vista del aprendizaje (si no os pagan tampoco van a hacer el esfuerzo de corregiros los errores, así que no vais a aprender nada), ni desde el económico (si habéis trabajado para esa empresa de gratis, ni que se os pase por la cabeza que van a mandaros un trabajo en el que os paguen: ¿para qué van a pagaros si ya saben que trabajáis gratis?), ni siquiera desde el de la experiencia laboral (poner en vuestro currículum que habéis trabajado gratis para una empresa no hará más que dañar vuestra imagen; pensadlo un momento: trabajar gratis significa que no hay ninguna empresa que quiera pagaros por vuestro trabajo, lo que no dice mucho a favor de la calidad de vuestras traducciones). Si no tenéis necesidades económicas y os sobra el tiempo libre, y necesitáis rellenar currículum como sea, haced traducciones voluntarias para entidades benéficas y sin ánimo de lucro: os dará experiencia, cartas de recomendación muy valiosas, prestigio y, lo que es más importante, gratificación con vosotros mismos.

12. Bajar las tarifas a petición de los clientes.

Los que empiezan trabajando gratis suelen, a continuación, trabajar por 0,02 € por palabra. Aunque os parezca que trabajar con unas tarifas tan bajas os proporcionará trabajo, nada más lejos de la realidad: yo cuando tengo que buscar colaboradores para otras combinaciones lingüísticas, automáticamente desecho a aquellos que tengan tarifas inferiores a 0,05 €. ¿Por qué? Porque, para los buenos clientes, una tarifa baja significa que tu trabajo no es lo bastante bueno como para pedir una tarifa mayor. Si queréis trabajar para buenos clientes, estableced tarifas decentes; si queréis trabajar para malos clientes, allá vosotros, pero luego no os quejéis de que no os pagan...

Pero si hay algo peor que establecer tarifas bajas, eso es bajar vuestras tarifas a petición del cliente. Si bajáis vuestra tarifa porque os lo piden para un proyecto determinado, ya podéis dar por hecho que esa tarifa no va a volver a subir en la vida. De hecho, es posible que incluso para proyectos posteriores os vuelvan a pedir que la bajéis de nuevo. Ante clientes así, os voy a dar un truquito. Si os oléis que es un cliente que va a regatearos la tarifa, partid de una tarifa inicial algunos céntimos por encima de la tarifa que os parezca adecuada. Por ejemplo, si queréis trabajar por 0,06 €, decid que vuestra tarifa es de 0,07 € o 0,08 €. Si el cliente os pide rebajarla y aceptáis (a regañadientes, que parezca que le estáis haciendo un favor enorme), esos 0,06 € le parecerán un chollazo. O lo mismo cuela y os pagan los 0,08 €.

13. No revisar las traducciones.

Odio ser revisora. Lo odio a muerte. Soy capaz de estar sin trabajar antes que aceptar un trabajo de revisión. Y si lo odio es porque la experiencia me dice que hay cantidad de «traductores» que entregan traducciones guarrindongas sin revisar, con faltas de ortografía, errores tipográficos y burradas varias. Y luego yo me como el marrón y tengo que traducir desde cero por una tarifa de revisión. Pero bueno, partamos desde el hecho de que sois buenos traductores que se toman su trabajo en serio. Aun en ese caso, todos somos humanos y nos equivocamos. Mucho. Y vamos a colar, sobre todo, errores tipográficos a tutiplén. Por eso es esencial revisar de forma exhaustiva vuestra traducción al menos una vez antes de entregarla (si lo haces dos veces, nunca estará de más). Ya no por ahorrarle trabajo al revisor, sino porque un error puede significar perder un cliente. Y eso es algo ya muy serio, sobre todo si estáis empezando.

14. No documentarse de la forma adecuada.

De hecho, la mejor solución a esto es no trabajar en ámbitos que desconocéis. Pero si os surge la oportunidad de vuestra vida, pongamos, en el ámbito de la maquinaria de producción de abonos industriales para la planta de la lechuga, no la dejéis escapar. Eso sí, aseguraos de documentaros de forma exhaustiva, de que conocéis toda la terminología y de que disponéis de un glosario de lo más completo. Un error en una traducción en ciertos ámbitos puede tener consecuencias terribles (os podría incluso acarrear problemas legales).

15. Elaborar mal los presupuestos.

Cuando a un cliente le facilitáis un presupuesto final, ese presupuesto es ya intocable. Es decir, que si se os ha olvidado decirle que el IVA no está incluido, no podéis esperar que, así de repente, acepten de buena ganar pagaros un 21 % más por vuestro despiste. Yo ya me he comido más de alguna vez el IVA porque se me olvidó incluirlo en el presupuesto (y duele muchísimo). Cuando trabajéis con empresas de la UE, acordaos siempre de preguntarles si tienen número de IVA intracomunitario y no deis por hecho que lo tendrán: en algunos países no es obligatorio declarar IVA si la empresa es lo bastante pequeña.

16. Aplicar mal el IVA.

Si lo que acabáis de leer del IVA intracomunitario os suena a chino, es que necesitáis un curso rápido de fiscalidad para traductores. Venga, va, un resumen rápido. Para clientes españoles, tanto particulares como empresas, todas las facturas van con IVA, a no ser que sean obras literarias, audiovisuales (películas, series, algunos incluyen videojuegos) o científicas (libros de temática científica) sujetas a derechos de autor. En caso de clientes de dentro de la Unión Europea (para poder trabajar con ellos, primero os tenéis que dar de alta en el Registro de Operadores Intracomunitarios del formulario 036, es gratuito y no entraña ningún papeleo extraño), si son particulares las facturas llevan siempre IVA; si son empresas, primero tenéis que aseguraros de que ellos también están registrados como Operadores Intracomunitarios (es decir, si están «EU VAT registered»); si no lo están, las facturas van con IVA; si lo están, van exentas de IVA pero en la factura tenéis que indicar su número de IVA intracomunitario (podéis comprobar si el número que os han facilitado es válido en este enlace). Si son clientes de fuera de la Unión Europea, tanto empresas como particulares, van exentos de IVA.

17. No darse de alta en el Registro de Operadores Intracomunitarios.

Al daros de alta en el registro de la Agencia Tributaria, que no se os olvide marcar la casilla del Registro de Operadores Intracomunitarios. Si no lo hacéis, no podréis trabajar con clientes de la Unión Europea y os estaréis cerrando muchísimo mercado. Si se os ha olvidado, no os preocupéis, tiene remedio. Con hacer una modificación en vuestro registro es suficiente.

18. No estar ahí cuando te llegue esa oportunidad.

Cuando estaba en segundo curso de carrera (madre mía, parezco una anciana rememorando mis tiempos mozos y solo hace algo más de tres años de esto), una tarde vino Xosé Castro a la universidad a darnos una charla a los alumnos de un curso en traducción audiovisual. De toda la charla, muy interesante, por cierto, se me quedó grabada una frase: «Probablemente, vuestra primera gran oportunidad os llegará cuando seáis el único traductor disponible». Y desde entonces me prometí que no dejaría pasar esa primera gran oportunidad porque siempre estaría disponible. Se refería a la traducción audiovisual, pero en realidad se puede aplicar a cualquier ámbito de la traducción y de la vida. Si el traductor habitual se ha ido de vacaciones, tienen que encontrar a un sustituto, y ese sustituto puedes ser tú. A mí también me habría encantado tomarme unas supervacaciones nada más terminar la carrera o irme de año sabático al extranjero o de auxiliar de conversación a aprender idiomas. Pero si no me hubiera quedado ese verano en Madrid, quizá jamás habría llegado mi oportunidad. Y sé que la auténtica gran oportunidad está todavía por llegar. A veces merece la pena hacer un pequeño gran esfuerzo por lo que verdaderamente te importa y si no te pegas el viaje de tu vida hasta uno o dos años después de terminar los estudios tampoco pasa nada. Ya llegará el momento en que puedas hacerlo. Pero tu gran oportunidad solo pasa una vez en la vida.

19. No hacer nada durante los periodos entre proyecto y proyecto.

¿Cuando creéis que tengo tiempo para escribir este blog? En esos días en los que no me llega nada de trabajo. No tener nada que traducir no significa que, si no te llegan proyectos, tengas que estar ocioso. Es habitual entre los traductores que podamos estar varios días sin recibir encargos y existen multitud de formas de convertir esos días en algo productivo. Por ejemplo, haciendo las tareas de gestión y contabilidad que no has podido hacer durante el resto de la semana (yo he llegado a acumular hasta una decena de facturas sin registrar por falta de tiempo; bueno, por algo de vaguería también), buscando oportunidades de trabajo, actualizando tu currículum y tu carta de presentación, o haciendo traducciones para tu portfolio. No desaproveches esos días libres para hacer esas cosas que tan falta hacen: luego te arrepentirás cuando te lleguen todos los trabajos de golpe y no tengas tiempo para nada más.

20. Creer que ya se sabe todo.

Un traductor jamás deja de aprender día tras día. Y eso que yo, siempre que puedo, aprovecho para dejar claro todo lo que aprendí en la carrera gracias a mis fantásticos profesores del CES Felipe II, que me formaron como traductora e intérprete, desde los primeros cursos de Lengua Española (y ese descubrimiento de las comillas latinas) e Inglés (cada vez que oigo en la tele que traducen «porter» por «portero», me acuerdo de esos exámenes de Lengua B Aplicada) hasta nuestros últimos meses como aprendices de traductores en Traducción Directa (mi asignatura favorita de la carrera, me pasaba la semana deseando que llegara el jueves por la tarde) e Interpretación Simultánea (siempre recordaré la adrenalina de la primera vez que entré en una cabina). Pero la formación de un traductor no termina ahí. Ya no hablo solo de cursos y másteres, sino de lo que se aprende ejerciendo de traductor. Siempre hay que estar abierto a aprender cosas nuevas, porque ese es el día a día de un traductor. No os rasguéis las vestiduras por tener que preguntarle algo a un colega, o por tener que estudiar una materia que os resultaba desconocida, o por que os corrijan un error en una traducción. Cada día aprenderéis algo nuevo que, probablemente, nunca olvidaréis.

2 comentarios:

  1. Hola Sara, enhorabuena por este comienzo del blog ¡Las cuatro entradas que llevas hasta ahora no pueden ser más completas!

    A mí, como estudiante, me viene genial que traductores profesionales indiquen los errores de los traductores noveles porque habiéndolos leído y conociendo vuestra opinión, puedo empezar por evitarlos.
    Si hay dos que me han llamado la atención han sido el 16 con lo del Registro de Operadores Intracomunitarios (porque no tenía ni idea) y el de trabajar gratis.
    Aún no comprendo por qué la gente sigue haciéndolo. Es un tema más que machacado: las tarifas irrisorias, el perjuicio que le hacemos a la profesión aceptándolas, lo difícil que será después pretender subirlas etc. etc. etc. pero por mucho que todos estemos de acuerdo en no aceptar algunos precios y condiciones, la realidad nos muestra que todavía hay gente que sigue trabajando gratis para empresas que se van a lucrar gracias a su trabajo y demás. En fin, habrá que hablarlo (todavía) más en los blogs.

    Yo acabo de abrir el mío y espero que tenga tanto éxito como el tuyo de momento ;) ¡Un saludo!

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Victoria. Me alegro mucho de que te esté resultando útil mi blog; en realidad, ese es el único objetivo que tiene lo que escribo :-) . Mucha suerte con tu blog y con tus estudios (disfrútalos mientras duren, que luego se echan mucho de menos).

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